ⓒ 2003 WATV
Un hombre que recorre el camino de un profeta, puede admirar la misión en el extranjero, pero por otro lado dicha persona podría sentir temor de realizar la obra del evangelio. En un principio yo mismo me preocupé por los diferentes idiomas y culturas. Parecía muy difícil predicar al Padre y la existencia de la Madre y finalmente encontrar a los hermanos y hermanas perdidos en una tierra extranjera. Dudé en decir a Dios: “Heme aquí, envíeme a mí”.
Sin embargo, Dios movió mi espíritu y me permitió realizar la obra del evangelio con mucha esperanza y sin temor. Dios bendijo a este hijo débil haciéndome sentir a los hermanos y hermanas extranjeros como una sola familia, y me ayudó a sentirme más cerca de ellos. Padre y Madre, muchas gracias.
Todo lo que sabía de Nepal era que allí se encontraba el monte Everest, la montaña más alta del mundo. Ya que nunca había salido al extranjero, difícilmente imaginaba la vida de los demás en el extranjero.
Después de recibir el llamado de Dios a la misión de Nepal, fui a la biblioteca para buscar libros que me dieran información acerca de Nepal, pero no encontré ninguno. Volé a Nepal, sabiendo solo que el 90% de la población de Nepal es hinduista y que poseen su propio idioma. No obstante, Dios me guió e hizo todo posible.
Recuerdo claramente el extraño sentimiento que tuve al principio. Imágenes de serpientes esparcidas en las calles, imágenes grandes y pequeñas sobre los altares, una masa roja llamada Tika en las frentes de las personas y diferentes olores que llegaban a mi nariz.
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Nepal era un “país de ídolos” en lugar de “un país de montañas”. Su población alcanza los veinte millones, y veinte millones de altares grandes y pequeños están esparcidos en el país. Usted puede suponer la cantidad de cultos dirigidos a los ídolos en Nepal.
Sin embargo, Dios me dio la fortaleza de realizar la obra misionera en este país. Cuando vi a los hermanos y hermanas de diferentes idiomas llamando el nombre del Padre y alabando la gloria de la Madre, una profunda emoción llegó a mí. Pienso que esta es la fuente de energía que la Madre da a los misioneros que trabajan en el extranjero.
Cuando arribé a Nepal, el país parecía estar sumido en una severa pobreza. El pueblo de Nepal piensa que Bangladesh es más rico que su país.
Al principio, sentía pena por el pueblo de Nepal. Pero mientras vivía acá, comprendí que la razón de su pobreza se debe principalmente al estilo de vida hindú y no del ambiente natural.
Los hinduistas aceptan su difícil situación actual como su karma. Ellos detestan trabajar y nunca se esfuerzan por mejorar su situación. Es muy fácil encontrar personas durmiendo sobre las bancas de los parques a plena luz del día.
Aunque los miembros de Sion no se comportan como ellos, fue difícil cambiar su parecer acerca de considerar esta costumbre como algo normal.
Yo visitaba a los miembros uno por uno y los animaba a mostrar la gloria de Dios por medio de sus vidas, y les decía que lograran que sus vecinos pudieran reconocerlos como el pueblo de Dios. Entonces los miembros de la iglesia empezaron a cambiar.
Ahora es difícil encontrar a algún miembro asistiendo a la iglesia vistiendo ropas raídas. Siempre están pendientes de su apariencia y además limpian no solo los exteriores de la iglesia sino los interiores, sin olvidar sus casas. Incluso los miembros recién bautizados hacen su mejor esfuerzo por presentarse con una apariencia decente delante de Dios. Creo que el Padre y la Madre estarán muy felices de ver a estos hijos que siempre buscan y hacen las cosas para complacer a Dios.
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Los miembros de Nepal encuentran dificultades mientras predican el evangelio. Ellos frecuentemente son maltratados y perseguidos por los hinduistas. Aunque el sistema de castas perdió su efectividad legislativa, aún existen en la vida real.
Si un miembro de una casta inferior toca la puerta de un brahmán, la casta más alta de sacerdotes, es rechazado fuertemente. Los brahmánes nepaleses no toleran que las personas de clase social baja prediquen una religión extranjera diferente.
Además, durante su primeros días de predicación, los miembros de nuestra iglesia predicaban vestidos con ropas muy raídas y gastadas
Al principio, pensé que era inevitable que predicaran con esas ropas, porque eran realmente pobres. Incluso yo mismo traté de lucir como un ordinario ciudadano nepalés.
Sin embargo, mientras me adaptaba a la sociedad, pude comprender que esto no era un problema de dinero. Y me enteré de que podía comprarme fácilmente un terno a un precio cómodo.
Les conté a los miembros de la iglesia la vida del Padre, que siempre usaba un terno y zapatos limpios incluso cuando caminaba por las montañas buscando a sus hijos. Y los inspiré a parecerse al Padre.
Ellos se sintieron felices de escuchar la vida de nuestro Padre y decidieron recorrer su misma senda. Cambiamos, y el trato de la gente para con nosotros también cambió. Aquellos que en algún momento nos echaban de sus hogares, ahora cambiaban su actitud y nos escuchaban. Ya que nos vestíamos con un terno limpio, empezaron a prestarnos atención.
Después de predicar el evangelio, regresamos a la iglesia para compartir nuestras experiencias. Los miembros derramaron lágrimas de alegría, diciendo: “Predicar es la mejor manera de mostrar la gloria del Padre y de la Madre”. Al escucharlos, yo también me sentí muy conmovido.
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Muchos nepaleses no saben qué es la Navidad, porque ellos crecieron bajo las costumbres hindúes. Para lograr que esas personas vayan a la iglesia, otras iglesias han optado por darles dinero.
Particularmente, este fenómeno es evidente en las iglesias establecidas por extranjeros. Hay muchas personas que asisten a las sinagogas hindúes en las mañanas y a las iglesias cristianas en las noches para recibir dinero.
Cuando la Iglesia de Dios se estableció en Nepal, algunas personas venían a la iglesia para pedir dinero. Ellos adulaban a los miembros de nuestra iglesia, diciéndoles que deseaban creer en esta preciosa verdad y expresaban su tristeza de haber conocido esta verdad tarde. Al principio, sin conocer sus verdaderas intenciones, creíamos en sus palabras.
Sin embargo, cuando finalmente comprendieron que nuestra iglesia no era esa clase de iglesia que compraba santos con dinero, sino que era una iglesia en la que las personas se reunían en la tierra de la verdad y la bendición de la vida eterna, algunos clamaron a gritos que nuestra iglesia no ayudaba con dinero a los pobres. Finalmente dejaron la iglesia.
Al principio, algunos miembros cayeron en tentación, solo escuchando a sus frutos, que eran esa clase de personas. Pero nuestros hermanos rápidamente reconocieron que ellos venían a la iglesia con otros propósitos, y los vieron difamando a Dios. Después, ellos llegaron a comprender que el fruto con el que el Padre y la Madre se agradan, no son este tipo de personas.
Ahora les advertimos a las personas: “Si usted está asistiendo a nuestra iglesia con otros propósitos, no venga. Nuestra iglesia es completamente diferente de las demás. Si usted quiere ir al cielo y creer en el Padre y en la Madre, entonces puede venir”. Oramos mucho y predicamos muy duro para encontrar buenos frutos.
Dios está respondiendo nuestras oraciones. La Iglesia de Dios de Nepal se está llenando solo de trigo. Doy gracias y gloria a Dios por permitirme una tierra rica del evangelio, Nepal.