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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

La gravitación espiritual

Todas las cosas creadas por Dios se atraen entre sí por una fuerza. Esta fuerza es llamada “gravedad”. Existe una fuerza de atracción entre dos personas y dos objetos cualesquiera, por ejemplo entre el lápiz y el borrador sobre el escritorio, y entre un libro y una computadora, aunque no la sintamos por lo débil que es. Newton, uno de los científicos más grandes, descubrió la “ley de la gravitación universal”; de acuerdo a esta ley, la atracción gravitatoria entre dos cuerpos es directamente proporcional al producto de las masas de ambos cuerpos e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ellos.

Newton comprendió apenas una parte de los principios creados por Dios. Sin embargo, Dios había implicado esos principios de la física cuando creó todas las cosas. Si un hombre descubre tan solo uno de los principios creados por Dios, se convierte en un gran científico. Nuestro Dios ya había revelado todos los principios científicos en el universo hace millones y millones de años. ¡Qué grande es nuestro Dios!

Al disminuir la distancia entre ambos cuerpos, la fuerza de atracción entre ellos se incrementa. De la misma manera, al disminuir la distancia entre Dios y nosotros, experimentaremos más poder espiritual del Espíritu Santo obrando en nosotros. A través de la providencia de Dios el Creador, recordemos nuevamente por qué Dios nos ha permitido la Pascua, y siempre permanezcamos con Dios como el pueblo de Sion.


Acérquense a Dios

La fuerza de la gravitación ciertamente existe aunque los humanos no la puedan ver ni sentir. Dado que existe la gravedad, la Tierra gira alrededor del Sol y la Luna a una velocidad regular, y también podemos permanecer de pie gracias a la gravedad de la Tierra.

La fuerza gravitatoria entre dos cuerpos se vuelve mayor al estar próximos, y pierde intensidad al irse alejando. Es lo mismo en el mundo espiritual. De acuerdo a la ley de la gravitación universal, las personas son atraídas a a quienes están más cerca de ellas, a Dios si están cerca de Dios y a Satanás si están cerca de Satanás. Satanás intenta guiarnos al infierno atrayéndonos a él, pero Dios quiere guiarnos, a sus hijos, al eterno reino de los cielos. Es por eso que no nos deja alejarnos de Él. Por eso, la Biblia nos enseña a acercarnos a Dios.

Sal. 73:28 『Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.』

Sal. 73:27 『Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.』

La Biblia dice que los que están cerca de Dios serán bendecidos, pero los que se alejan de Él, perecerán. Debemos estar cerca de Dios. Acercarse a Dios significa comunicarse con Dios y ser atraído por la invisible fuerza del poder del Espíritu Santo. Cuanto más cerca estemos de Dios, más fuerte será nuestra fuerza espiritual, para resistir completamente a Satanás sin importar la tentación que se nos ponga delante. Para atraer a las personas a su lado, Satanás vuelve el mundo más malvado y lujurioso y causa confusión en su percepción de los valores. Satanás obstaculiza nuestro camino a Dios, y siempre coloca delante de nosotros tentaciones para atraernos a su lado. Sobre el árbol de la ciencia del bien y del mal, Dios dijo: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”. No obstante, Satanás tentó a los humanos haciéndoles pensar que era bueno para comer y agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría.

Si las personas obedecen las palabras de Dios, podrán acercarse a Dios, siendo atraídos por la fuerza gravitacional de Dios. Pero si escuchan las palabras de Satanás, se alejarán de Dios, y no podrán evitar ser atraídos por Satanás. Por eso, Dios nos ha dado su ley, y Satanás ha cambiado los tiempos y la ley de Dios y ha ideado sus propias leyes, quebrantando el orden del universo.

Dios siempre quiere estar con nosotros, hasta el fin del mundo (Mt. 28:20). Nosotros también necesitamos estar cerca de Dios. A fin de estar cerca de Dios, necesitamos tener cerca de nosotros las palabras de Dios. Nuestro Padre también nos ha dicho que leamos la Biblia frecuentemente, si deseamos ver a Dios frecuentemente. Estudiando la Biblia diariamente, debemos averiguar cuál es la voluntad de Dios y en qué dirección debemos ir.

Is. 58:1-2 『Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.』

Sof. 3:1-4 『¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios. Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana. Sus profetas son livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley.』

La Biblia dice que la ciudad que no se acerca a Dios es una ciudad rebelde, contaminada y opresora. Dios nos enseña que un individuo u organización que no escucha los mandamientos de Dios ni recibe las instrucciones de Dios y no se acerca a Dios, es espiritualmente rebelde y contaminado.

Si nos acercamos a Dios, podremos sentir el poder de Dios con fuerza, pero si nos alejamos de Él, se debilitará dentro de nosotros el poder del Espíritu Santo, y no podremos sentir a Dios ni comprender su palabra. Cuando estamos cerca de Dios, somos capaces de obedecer todas las cosas que Dios nos ha enseñado.


Acercándonos más a Dios a medida que el reino de los cielos se acerca

En el caso de Rut que mostró buen ejemplo de piedad filial, ella jamás se alejó de su suegra Noemí. “No me ruegues que te deje, y me aparte deti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu Dios será mi Dios.” Esta fue su firme resolución (Rt. 1:16-17). Ella siguió a su suegra y la sirvió con mucha devoción, por eso fue bendecida por Dios y recibió el honor de ser registrada en la genealogía de Israel, a pesar de ser una mujer moabita.

Este tipo de honor y bendición nos son dados si siempre estamos cerca de Dios y lo seguimos. El pueblo de Dios que es redimido de entre los de la tierra siguen a Dios por dondequiera que va; ellos jamás se apartan de Dios (Ap. 14:4).

Mr. 1:15 『diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.』

Así como Jesús dijo, necesitamos acercarnos a Dios porque el reino de los cielos se ha acercado. ¿Qué pasaría si nos alejamos de Dios, mientras Dios se nos acerca? La distancia entre Dios y nosotros no disminuirá. Cuanto más nos acerquemos a Dios, mayor será la fuerza de atracción entre Dios y nosotros.

Stg. 4:5-10 『Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. […] Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.』

La Biblia nos dice que resistamos al diablo y nos acerquemos a Dios. Obedecer las palabras e instrucciones de Dios y seguirlo por dondequiera que nos guíe, es la manera de estar cerca de Él y alejar a Satanás. A medida que el reino de los cielos se acerca, debemos arrepentirnos y acercarnos a Dios a través del evangelio día tras día en la vida de nuestra fe.


La Pascua, el pacto que nos permite acercarnos a Dios

Para mantenernos cerca de Dios, ¿cuánta distancia debería haber entre Él y nosotros? La distancia entre dos cuerpos es un factor importante que determina la fuerza de la gravedad. Por eso, cuando estamos más cerca de Dios, podemos recibir el poder del Espíritu Santo al máximo. Dios nos enseñó cómo acercarnos más a Dios.

Jn. 6:53-57 『Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.』

Cuando Dios vino a esta tierra, dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”. Si Dios permanece en nosotros y nosotros en Él, la distancia entre Dios y nosotros se vuelve cero, y podemos fortalecer al máximo nuestra fuerza espiritual. Estar cerca de Dios es la manera de alcanzar la cima de nuestra gravitación espiritual. Averigüemos qué pacto ha escogido Dios para revelarnos este principio.

Mt. 26:17-19, 26-28 『El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. […] Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.』

Jesús dijo a sus discípulos que prepararan la Pascua; y en la cena de la Pascua, les hizo comer el pan y beber el vino, diciendo: “Esto [el pan] es mi cuerpo… Esto [el vino] es mi sangre…” Después de explicar el significado del pan y el vino de la Pascua, Jesús personalmente dio un ejemplo de celebrar la Pascua y nos enseñó a guardarla; cuando tenemos el santo cuerpo y la sangre preciosa de Cristo dentro de nosotros, Dios permanece en nosotros y nosotros en Él. La verdad que nos permite acercarnos más a Dios es la Pascua, la ley del nuevo pacto.

Lc. 22:7-15 『Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos. […] Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!』

Jesús deseaba mucho celebrar esta Pascua. Era porque Él quería que sus amados hijos se acercaran más a Dios para que pudieran recibir la vida eterna y tener la mayor fuerza espiritual.

Nuestro enemigo el diablo, intenta llevarnos al infierno. Por eso emplea todo tipo de engaños y estrategias para eliminar la Pascua. La iglesia de Roma, que se unió al gobierno romano y se secularizó, llevó a cabo tres reuniones desde mediados del siglo II hasta el siglo IV, con el fin de discutir la abolición de la Pascua. Cuando el primer concilio se llevó a cabo, hubo una fuerte oposición. Después de algunas décadas, fue convocado el segundo concilio y aún había una fuerte oposición. Sin embargo, en el concilio de Nicea realizado en 325 d. C., que fue el tercer conflicto, la Pascua finalmente fue abolida por la autoridad del emperador romano, y el concilio decidió celebrar la resurrección el primer domingo después de la luna llena. Desde entonces hasta ahora, ninguna iglesia del mundo, sea antigua o nueva, celebra la Pascua.


Vestíos de toda la armadura de Dios

Sin embargo, Dios deseaba tener una estrecha relación con nosotros. Por eso, Dios estableció una gran fiesta llamada la Pascua, y la ha restaurado en estos últimos días. La Pascua contiene la promesa de que mediante la carne y la sangre de Dios, permanecemos en Él y Él en nosotros. Por eso, la Pascua es la verdad que nos acerca más a Dios. Cuando guardamos la Pascua, podemos experimentar el máximo poder del Espíritu Santo, y Dios nos guía estando más cerca de nosotros.

Ef. 6:10-20 『Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidoscon la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, […]』

A fin de ganar la batalla contra las fuerzas del mal y estar de pie en ese día ante el trono de Dios como los que “vencieron”, necesitamos fortalecernos en el poder de Dios Todopoderoso. Por eso, la Biblia dice que nos vistamos de toda la armadura de Dios. Si nos vestimos de toda la armadura de Dios, la armadura está muy cerca de nuestro cuerpo. Así será nuestro aspecto espiritual cuando nos acerquemos más a Dios mediante la Pascua, la verdad del nuevo pacto.

La Biblia nos dice que tomemos la espada del Espíritu Santo que es la palabra de Dios, para estar firmes contra el diablo. No debemos olvidar en ningún momento las palabras de Dios, sino mantenerlas todo el tiempo en nuestros corazones. El diablo intentará tentarnos a los hijos de Dios de cualquier forma posible, para finalmente llevarnos a su lado. Satanás utiliza la debilidad de las personas como herramienta para tentarlas: a los que están aferrados a las riquezas del mundo con las cosas materiales, a los que tienen un fuerte deseo por tener poder terrenal con la autoridad de este mundo, a los que usualmente se sienten atraídos por el sexo opuesto con personas del sexo opuesto, y a los que tienen mucho deseo de aprender con cosas que aprender.

Is. 59:1-2 『He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.』

Nuestras iniquidades han hecho división entre nosotros y nuestro Dios. Esto significa que nuestras iniquidades nos han distanciado de nuestro Dios. Satanás intenta separarnos de Dios tentándonos a pecar. Averigüemos cómo nos ataca el pecado, a través de cómo se infiltra en nuestro corazón.

1 Jn. 3:2-4 『Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.』

Satanás ha estado elaborando astutas estrategias para cambiar los tiempos y la ley de Dios y tentarnos a pecar para alejarnos de Dios. Él crea circunstancias para impedirnos guardar el Día de Reposo y la Pascua, y finalmente separarnos de Dios. Al ver las cosas a través de los mandamientos de Dios, podemos ver que actualmente muchas personas que dicen creer en Dios, están alejadas de Dios.

Dios está más cerca de nosotros a través de la Pascua del nuevo pacto y camina con nosotros mediante ella, y salva a los que lo siguen por dondequiera que Él los guíe. Los que guardan los mandamientos de Dios pertenecen a Dios, y los que se vuelven de los mandamientos de Dios pertenecen al diablo (1 Jn. 2:3-6, 5:19).

Las fiestas solemnes de Dios acortan la distancia entre Dios y nosotros. Cuanto más nos acerquemos a Dios, más fuerte podremos sentir el poder del Espíritu Santo obrando en nosotros. No obstante, Satanás siempre pone muchos obstáculos en nuestra vida para impedirnos estar cerca de Dios. No debemos ceder ante ninguna tentación de Satanás, sino acercarnos más a Dios. Dios se ha hecho uno con nosotros, para que no nos separemos de Él. Dios nos ha dado la Pascua del nuevo pacto para sostener nuestras manos y estar siempre con nosotros, acortando la distancia entre Él y nosotros. No olvidemos esta misericordiosa fiesta, y guiemos a todos nuestros familiares, parientes, amigos, vecinos y todos nuestros conocidos a la salvación, para regresar juntos al cielo de la mano.