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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

Acérquense a Dios

Llamamos a Dios “nuestro Padre y nuestra Madre espirituales”, porque somos hijos de Dios. Si entendemos el corazón de nuestros padres en este mundo, que es una sombra, también podemos comprender el corazón de nuestros Padres celestiales en el mundo espiritual.

Ahora, veamos cuál es el aspecto que más quiere Dios de nosotros, a través de la siguiente historia.


El momento que una madre más quería ver

Había una madre que esperaba ansiosamente que su amado hijo regresara del campo de batalla. Un día recibió el mensaje de que su hijo había muerto en la guerra. Después de perder a su hijo, quedó sumida en un profundo dolor. Ella ni siquiera podía dormir bien por la noche, extrañando mucho a su hijo. La madre oró fervientemente a Dios que le permitiera volver a verlo.

Dios escuchó su oración y le dijo que le mostraría un momento de la vida de su hijo solo durante cinco minutos. Dios le preguntó cuál era el momento que más quería ver. Cuando le preguntó si quería ver el momento en que su hijo regresaba a casa de la escuela con una excelente calificación, dijo que “no”. Y negó con la cabeza cuando Dios le preguntó si le gustaría ver a su hijo luchando valientemente en el campo de batalla.

Esta fue su petición: un día, su hijo desobedeció a sus padres y huyó de casa. Pero él comprendió su error y volvió a casa y se lanzó a los brazos de su madre. Ella deseaba ver a su hijo en ese momento.
Vagando en alguna parte sin su madre, comprendió que ella era la persona más preciosa para él y volvió a ella. Lo que la madre más quería ver era el momento en que su hijo más la necesitaba. Por eso, le pidió a Dios que le mostrara ese momento.

Esta es una historia corta, pero implica algo que no debe pasarse por alto fácilmente. Supongamos que todo en nuestra vida sea filmado en una cinta de vídeo en el cielo, ¿qué creen que Dios quiere ver más?

Por supuesto, Dios se complacerá cuando llevemos mucho fruto, cuando prediquemos diligentemente el evangelio, cuando vivamos una vida piadosa y fiel. Él nos ama y considera preciosa toda nuestra vida. Sin embargo, Él estará más complacido cuando más lo necesitemos. Como la madre del soldado extrañaba el momento en que su hijo más la necesitaba, así también lo hacen nuestros Padres espirituales. Dios considerará el momento en que más lo necesitamos como el más hermoso.


Como los niños que dependen totalmente de sus madres

Ante la pregunta: “¿Cuándo sintieron que sus hijos eran más preciosos y encantadores?”, la mayoría de las madres responden que eran más encantadores cuando eran bebés, recordando la infancia de sus hijos. Aunque había momentos insoportables e irritantes en que el llanto de sus bebés las despertaba a medianoche, dicen que eran más felices en ese momento.

Los niños son más preciosos en su infancia, porque siempre necesitan a sus madres. Lloran día y noche; cuando tienen hambre o mojan sus pañales, indican que necesitan a sus madres a través del llanto. Los bebés, que no pueden hacer nada por sí mismos, saben que sus madres correrán a ellos de inmediato y satisfarán todas sus necesidades con solo enviarles una señal de emergencia.

Pero a medida que crecen, surge su espíritu independiente: “Ahora puedo hacerlo yo mismo”, y a menudo desobedecen a sus padres con una inmadura oposición hacia ellos. Por supuesto, este es un proceso natural de crecimiento; sin embargo, casi todas las madres dicen que sus hijos eran más encantadores cuando eran bebés, tiempo en el que más dependían de ellas.

Espiritualmente todos somos niños pequeños ante Dios. No debemos olvidar que necesitamos la ayuda de Dios en cada momento. Como niños pequeños que no pueden hacer nada por sí mismos, no podemos velar por nosotros mismos si Dios no nos protege y ayuda, porque somos débiles.


Israel se alejó de Dios y sufrió desastres

En la historia del Antiguo Testamento, podemos ver que Israel se apartó de Dios y cometió el pecado de construir la torre de Babel, cuando se enorgullecieron diciendo: “Ahora podemos hacerlo todo por nosotros mismos. No necesitamos la ayuda de Dios”.

Siempre que los israelitas pecaban, Dios los reprendía severamente por medio de los profetas, diciendo que no se habían acercado a su Dios.

Sof. 3:1-4 『¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios. Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana. Sus profetas son livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley.』

Is. 43:21-24 『[…] Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel. No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; […] sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.』

En los tiempos del Antiguo Testamento, los israelitas no invocaban a Dios cuando necesitaban su ayuda. Ellos se alejaban de Dios y se llenaban de maldad, incluso considerándolo como su atormentador. La Biblia nos enseña que los delitos ocurrían cuando el pueblo no se acercaba a Dios. Incluso cuando sufrían desastres como consecuencia de su pecado, no buscaban a Dios ni se acercaban a Él. Confiaban en el poder del mundo y en la fuerza militar más que en Dios, y Dios hacía que fueran llevados en cautiverio entre las naciones y se alejaran de su gracia.

Is. 31:1-2 『¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad.』

Dios dijo que traería desastres para los que confían en caballos, y ponen su esperanza en carros y jinetes, en lugar de buscar a Dios, el Santo de Israel, y buscar su ayuda. Así, cuando los israelitas rechazaban a Dios e ignoraban su palabra, sus rebeliones se multiplicaban y los desastres venían sobre ellos.


Los antepasados de la fe que se acercaron a Dios

Para los que necesitaban a Dios en todo, Dios trajo todas las bendiciones de la salvación. Dondequiera que estuvieran, fuera en un lugar totalmente desolado o en un sangriento campo de batalla, la ayuda y el amor de Dios siempre estaban con ellos.

David necesitó la ayuda de Dios más que cualquier otro rey posterior de Israel. La sombra de la muerte siempre lo seguía. Después de derrotar al enorme gigante Goliat con la ayuda de Dios, fue continuamente perseguido por el rey Saúl, quien trataba de matarlo. Después de la muerte de Saúl, él subió al trono. Sin embargo, todavía había problemas constantes, tanto internos como externos, y sus enemigos amenazaban su vida. David se enfrentó a situaciones más peligrosas que los demás, donde se necesitaba la ayuda de Dios.

David se acercaba a Dios y clamaba a Él por la salvación cada vez que se enfrentaba a una situación difícil. Como resultado, pudo derrotar a sus numerosos enemigos y ser reconocido por Dios como “varón conforme a su corazón”. No nos olvidemos de este hecho.

El apóstol Pablo también enfrentó muchos problemas y persecuciones cuando predicaba el evangelio. En cada momento, necesitaba a Dios y se acercaba a Él con ruegos y peticiones. Pablo dijo que no se jactaba de sí mismo, excepto de sus debilidades. Desde que comprendió sus debilidades, siempre necesitó a Dios en su ministerio. Esa fue la razón por la que se hizo espiritualmente tan fuerte que podía predicar a Cristo dondequiera que iba, como el “apóstol de los gentiles”.

Al igual que David y Pablo, nosotros siempre debemos buscar a Dios. El Espíritu y la Esposa llaman a los sedientos, que necesitan a Dios, y les dan el agua de la vida.

Ahora, tenemos que analizarnos para ver si siempre necesitamos a Dios, y acercarnos a Él. Debemos tratar de permanecer en la memoria de Dios como los más hermosos. “Yo también puedo hacerlo por mí mismo.” Tal confianza podría ser necesaria en la enseñanza y para guiar a los miembros de la iglesia. No obstante, Dios estará aún más complacido cuando confiemos en Él para todo y busquemos su ayuda.

Siempre que necesitemos a Dios y nos acerquemos a Él, Dios lo filmará y nos lo mostrará cuando entremos en el eterno reino, diciendo: “Para mí, este es el momento más precioso y hermoso de tu vida”.


La razón por la que tenemos que acercarnos a Dios

La Biblia explica varias razones por las que debemos buscar a Dios. Primero, no podemos satisfacer nuestra sed espiritual por nosotros mismos. De esta manera, Dios vino a esta tierra para darnos el agua de la vida (Ap. 22:17). Es por esto que necesitamos al Espíritu y la Esposa que nos dan el agua de la vida gratuitamente.

También, la Biblia dice que Cristo aparecerá en esta tierra por segunda vez para darnos la salvación (He. 9:28). No hay nadie que pueda salvarnos excepto el Espíritu y la Esposa que nos dan el agua de la vida. Es por eso que necesitamos al Espíritu y la Esposa.

Para llegar a ser perfectos, también necesitamos al Espíritu y la Esposa (Gn. 1:27, Col. 3:10). Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Para vestirnos del nuevo hombre, creado a imagen de Dios, necesitamos a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales. El hombre no puede ser perfecto por sí mismo. Así que necesitamos al Espíritu y la Esposa que nos hacen seres perfectos.

Dios vino a esta tierra para darnos vida eterna (Is. 25:6). Los que no han recibido la vida eterna no pueden ir al reino de los cielos, donde no hay muerte. Para convertirnos en seres inmortales y llevarnos al cielo, el Espíritu y la Esposa han venido a esta tierra. Necesitamos al Espíritu y la Esposa, que nos dan la vida eterna y nos guían al reino de los cielos.

Además, el Espíritu y la Esposa han venido a esta tierra para perdonar los pecados del pueblo de Sion (Is. 33:20-24). Nosotros mismos no podemos perdonar nuestros pecados, así que necesitamos al Espíritu y la Esposa que dan el perdón de los pecados en Sion.

Y el Espíritu y la Esposa han venido para liberarnos del mal (Ap. 7:1-4). No tenemos la fuerza suficiente para soportar la aflicción. Puesto que somos tan débiles, el Espíritu y la Esposa han venido para ayudarnos.

El Espíritu y la Esposa son nuestros Pastores (Sal. 23). Cuando nos extraviamos y vagamos por el mal camino sin saber la dirección, el Espíritu y la Esposa nos llevan por el camino que tenemos que ir. Ellos nos han dado el tesoro escondido (Mt. 13:44), y nos permiten tener discernimiento y el juicio entre el bien y el mal (1 Co. 4:5). Éramos seres pequeños que no podíamos juzgar nada por nosotros mismos hasta que Dios vino y aclaró lo oculto de las tinieblas, y manifestó las intenciones de los corazones. Por esta razón, necesitamos absolutamente al Espíritu y la Esposa.


La fe que confía en Dios

Si comprendemos que no podemos hacer nada separados de Dios, nos acercaremos más a Dios. Al igual que los bebés que lloran cada vez que necesitan a sus madres, debemos pedir sinceramente a nuestro Padre y a nuestra Madre espirituales en cada momento. “Orad sin cesar.” Esta palabra implica que siempre debemos buscar a Dios.

Los que buscan a Dios y piden su ayuda en todo, son los más benditos a quienes más ama Dios. Si estamos en amistad con Dios, todas sus bendiciones vendrán sobre nosotros.

Job 22:21-25 『Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción; tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir; el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata en abundancia.』

Pensando profundamente en los versículos mencionados, podemos entender que si no buscamos a Dios, no hay paz, amistad ni alegría.

Somos los que tenemos a Dios, el tesoro más preciado. Grabemos profundamente en las tablas de carne de nuestro corazón, esta verdad de que Dios Padre y Dios Madre son nuestro tesoro absoluto, a quienes más necesitamos, aunque a los demás parezcan comunes. Y cada día debemos acercarnos a Ellos y pedirles que nos ayuden. Si nos acercamos al Espíritu y la Esposa, que nos guían siendo la luz de la verdad en el mundo oscuro, con su ayuda cumpliremos en gracia la obra del evangelio.

Los ciento cuarenta y cuatro mil son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Cada paso que el Espíritu y la Esposa dan, es necesario para nuestro regreso al reino de los cielos; debemos tratar de seguir sus pasos, sin perder ni uno solo.

El Espíritu y la Esposa, que nos llaman a recibir el agua de la vida, son nuestros verdaderos Pastores. Así como los corderos siempre permanecen cerca del pastor y lo siguen, debemos seguir alegremente al Espíritu y la Esposa por dondequiera que nos guíen hasta el final. Espero que todos nuestros miembros de Sion vivan la vida espiritual de esa manera llena de gracia.